[1]Watunna estaba en todas partes como una red
invisible que mantenía toda la cultura en su lugar, Esta reflexión derivada
de la convivencia de David Guss con los Yekuana da lugar a muchas otras
reflexiones. La tradición oral es literatura viva, que crece y evoluciona con
su pueblo. Llevar la tradición oral al papel
es una actividad compleja y arriesgada. Son muchos los calificativos
positivos que se pueden hacer de la literatura (vista como el conjunto de
actividades que utilizan la escritura como medio de expresión), sin embargo,
ella puede tener en cierta medida, responsabilidad en el individualismo que
reina en la actualidad, ya que es una experiencia única y personal en
cada individuo.
Los Yekuana, han
logrado mantener su unidad e identidad cultural gracias a la forma en que
adaptan los símbolos hostiles contemporáneos a sus estructuras
indígenas tradicionales. Describir
Watunna es bastante complejo y requiere convivir con los pueblos Yekuana
durante un largo periodo de tiempo para
poder tener al menos un leve acercamiento a esa cultura sustentada en una
tradición milenaria y en las experiencias místicas de sus líderes. En este breve ensayo haremos un acercamiento
más bien literario, a los relatos que planteo Civrieux de acuerdo a sus
experiencias e investigaciones en la década del setenta, en el siglo XX. Es una
pena encontrar pocas investigaciones y publicaciones de este
fascinante ciclo de creación.
«Sólo puedo creer
en un Dios que sepa bailar»
Nietzsche
Lamentablemente Nietzsche no conoció a Wanadi y no pudo
ver o leer acerca de las fiestas y bailes que a través de sus damodedes
(Mensajeros) realizó alrededor de los conucos. Watunna, en contradicción a
muchos otros mitos o creencias, no nos habla de caos en el inicio, por el
contrario, nos habla de armonía. En el principio no había oscuridad, enfermedad
o sacrificios. En Kahuña (El verdadero cielo)
todo es luz, y esa luz es Wanadi. Es interesante la complejidad de cada
uno de los mitos inmersos en este ciclo de creación y la estrecha relación
-claro está, con sus respectivas diferencias- que se puede percibir con las
religiones abrahámicas, e incluso con la teoría de las ideas y el mito de las
cavernas de Platón, que además, comulgarían fácilmente con las necesidades de religiosas
del “Vocero” de la muerte de Dios.
Los
Yekuana nos hablan de un Dios omnipresente, una luz en lo alto, diferente al
sol, que ilumina todo lo que existe. Nos
hablan de un Dios que se hace hombre y viene a la tierra para traer el bien.
Nos hablan del mal en forma de bestia, que convence al hombre, con la mentira,
de ir en contra del bien. Nos habla de un personaje que al igual que Eva y
Prometeo se ve tentado a hurgar en lo prohibido con el fin de alcanzar la
sabiduría, obteniendo por el contrario, el ánfora de pandora, el destierro del
edén o la oscuridad absoluta. Los Yekuana también nos hablan de un diluvio, de
distintos tipos de hombres que fueron eliminados de la tierra con el agua
purificadora para restablecer el bien. Nos hablan de ese Dios, que aunque hecho
hombre, continúa omnipresente y omnipotente, y que sube a Kahuña con la promesa de regresar a mostrar a los
hombres justos el cielo de verdad, aquél donde la luz no se apaga. Y aunque [2]Stephen
Hawking, al igual que muchos otros científicos descarte la existencia de Dios
para explicar el origen del Universo, no se puede obviar ni dejar a un lado la
sabiduría de los pueblos ancestrales. Para
esto, me permito parafrasear a Honorato Balzac en La obra maestra desconocida, La ignorancia, como el exceso de
ciencia, sólo nos lleva a la negación.
Wanadi
dijo: - Quiero gente allá abajo-. Envió su mensajero, un damodede. Nació aquí para hacer casas y gente buena como en el
Cielo. El damodede era espíritu de Wanadi. Él fue el primer Wanadi
de la tierra, hecho por el otro Wanadi
que vive en Kahuña. Aquel otro Wanadi
nunca bajó a la tierra; el que vino aquí era el espíritu del otro.[3]
Este
fue el origen de los hombres, luego vinieron otros dos damodede. El primer
damodede creó a la gente antigua con rituales de canto y tabaco. De la placenta
del primer Wanadi, surgió la maldad. La placenta fue enterrada, los gusanos se
la comieron y se pudrió. Una bestia peluda de allí nació y quiso apoderarse de
la tierra trayendo enfermedades y muerte. Odo’sha es uno de sus nombres, y es el
ancestro de todos los Odoshankomo. Engañó a los primeros hombres trayendo la maldad y la muerte.
Seruhe Ianadi (El primer damodede Wanadi) no pudo hacer nada y regresó a
Kahuña.
Wanadi, el que nunca sale de Kahuña, envió otro damodede,
Nadei’umadi, a la tierra para vencer a la muerte, que es sólo un engaño de
Odo’sha. Para ello, en un sueño, fumando tabaco y cantando creó a su madre, en
sueños también la mató, para traerla nuevamente a la vida y demostrar la
mentira de la muerte. Wanadi trajo Huehanna, una bola como de piedra, de concha
gruesa con gente dentro, gente de kahuña, pero no podría dejar que naciera esa
gente, hasta vencer a la muerte, de lo
contrario, Odo’sha mataría a la gente nueva. Wanadi sepultó a su madre
muerta y llamó a Kudewa para que vigilara su cuerpo mientras se iba de cacería. En ese momento olvidó la
chákara donde guardaba, además de Huehanna, su poder. Wanadi le había dicho a
su sobrino Iarákaru que no tocara nunca la chákara, que allí estaba su poder,
que si la abría, saldría la noche. Odo’sha tentó a Iaráku, se le acercó
invisible y como si estuviera soñando le dijo que abriera la chákara para que
descubriera el secreto de Wanadi y ser igual de poderoso que él. Al mismo tiempo la tierra comenzó a moverse y
Kudewa llamó a Wanadi. Este último corre a ver la resurrección de su madre pero
encuentra todo oscuro, se dio cuenta que Iaráku había abierto la chákara
trayendo la oscuridad a la tierra, separándola de la luz de kahuña. Iarakáru quedó ciego y se convirtió, al igual
que sus descendientes, en mono blanco.
Ese fue su castigo.
Al llegar la oscuridad la gente de Wanadi no pudo hacer
nada, no podían ver. Odo’sha estaba al tanto de los planes de Wanadi y no iba a
permitir que este venciera la muerte, ni que naciera la gente de Huehanna.
Envió así a Ududi, un enano velludo, a vigilar la sepultura. Cuando la madre de
Wanadi comenzó a salir de la tierra, Odo’sha orinó en una totuma y envió a
Makako (una tipo raro de lagartija) para
que bañara a Kumariawa. Este orine la quemó, la tierra se cerró y sólo quedaron
huesos y carbón. Cuando llegó Wanadi al lugar, ya no había nada que hacer.
Odo’sha intentó abrir Huehanna para matar a los hombres que estaban dentro,
pero estos no pudieron nacer. Estaban allí, o habían nacido y tampoco habían
muerto, la concha de Huehanna era dura como piedra y aunque intentaron abrirla
por todos los medios, no pudieron. Wanadi recogió Huehanna y la ocultó en la
montaña Waruma Hidi a esperar hasta el fin del mundo, cuando se acabe ya maldad
y muera Odo’sha, para que nazca la gente buena, la gente nueva. Wanadi recogió
los huesos de su madre y dejó el mundo en tinieblas. En Kahuña la mujer
resucitó y allá vive con él.
Al evaluar las distintas simbologías reflejadas en este
resumen del inicio del mito de creación, podemos apreciar la importancia de la
luz y la oscuridad. Cómo, al llegar la oscuridad, Wanadi que es luz, pierde el
poder de la tierra ante Odo’sha. El bien
es la luz y el mal es la ausencia de
este. Cómo, de la placenta de donde nace el damodede de Wanadi (que es el
bien), al ser descuidada y enterrada con los gusanos nace Odo’sha (la maldad).
De allí derivará la tradición de los Yekuana de guardar la placenta en un nido
de comejenes. En esta simbología también se podría interpretar la naturaleza
autodestructiva del ser humano, que nuestro peor enemigo surge de nosotros
mismos Odo’sha salió de la tierra con una
lanza. Dijo: -Esta tierra es mía. Ahora habrá guerra. Botaré de aquí a Wanadi.[4]
Otra
simbología interesante, es la de la resurrección. La vida que vence a la muerte
a través de la figura materna. Wanadi se hace hombre, crea a su madre, para
luego matarla, darle vida nuevamente y así generar más vida con el huehanna. Al
no poder resucitar a su madre en la tierra, toma los huesos y la lleva a
Kahuña, donde la resucita y disfruta de la vida eterna. Por último, está
también el deseo del hombre a querer ser como dios, y el castigo que este
acarrea. En la mitología griega vemos como Prometeo es castigado por Zeus por
robar el fuego (Luz) para darlo a los hombres, así mismo, Zeus envía luego a
Pandora con su ánfora llena de males para la humanidad. De la misma manera
vemos como a Adán y Eva son desterrados del Jardín del Edén por comer el fruto
prohibido; el argumento de la serpiente
pare tentar a Eva fue precisamente la sabiduría, conocer los secretos de Dios
para ser como él. En Watunna, observamos como la tierra se separa de Kahuña,
pierde la luz y se sumerge en las tinieblas al Iarákaru abrir la chákara de
Wanadi tentado por Odo’sha; con un argumento parecido al de la serpiente Vas a conocer el secreto. Nono (La
tierra) al igual que en el mito de las cavernas, queda sumergida en la
oscuridad, y los hombres ya no pueden ver la realidad, sólo pueden ver sombras.
Los sueños también juegan un papel interesante a lo largo
de todo el relato, no sólo en lo poco que se ha resumido del inicio del mito,
sino a lo largo de todo el relato. Los sueños en el mito, representan decretos.
Wanadi creo a su madre en sueños, fumando tabaco y cantando, Wanadi creo a los
primeros hombres en sueños, fumando y cantando. Odo’sha le habla a Iarákaru
como en sueños, y en él abre la chákara.
Nadei’umadi sopló sobre un polvo de cuarzo y así creó a
Attawanadi, el último damodede de Wanadi. El hombre anterior era distinto al de
ahora, podía adquirir formas de animales. Sin embargo, se encontraba asustado
en la oscuridad que ocasionó la desobediencia de Iarákaru. Attawanadi creó al
sol y a la luna, para traer nuevamente luz a Nono (la tierra), lamentablemente
ya no era la luz de Wanadi, que todo lo alumbraba, con ella vino el día y la
noche. Esta señal alertó a Odo’sha la presencia de Wanadi en la tierra y
comenzó nuevamente la lucha. Wanadi soñaba con traer abundancia y alimentos
para la gente, y Odo’sha soñaba con la escases. Wanadi engañó entonces a
Odo’sha para subir al cielo a buscar alimento, Odo’sha se aprovechó de la
ausencia de éste para hacerse pasar por él. Enseñó al hombre
antiguo a fornicar y con ello introdujo nuevamente la maldad en el hombre.
Cuando Wanadi regresó, creó entonces al hombre nuevo, al de hoy. Lo hizo con
barro y creó muchos pueblos. Wanadi se enamoró de una mujer de Agua, y tuvo que
enfrentar varias luchas para poder vivir con ella. A su suegro le construyó una
vivienda (atta) en la montaña de Kushamakari y luego, de manera clandestina,
construyó otra en una montaña del mismo nombre. Los Yekuana continúan
construyendo sus viviendas de acuerdo a esta tradición. David Guss nos explica
cómo:
La casa es el modelo por
excelencia de la forma en que una cultura conceptualiza el mundo. Además de
ofrecer una visualización fiel de la estructura del universo, el atta de los
Yekuana proporciona también un patrón sobre el cual se miden los demás sistemas
simbólicos. La dualidad, tan fundamental en el pensamiento de los Yekuana, se
reproduce en las relaciones espacio-tiempo que determinan sus vidas. Al igual
que otras formas, el atta es el resultado de dos realidades entrelazadas: una
exterior, ilusoria y material, que encierra otra interna, invisible y más
poderosa. Es en esta última, en la interior, el annaka donde tienen lugar todos
los eventos rituales, pues se facilita la comunicación con el mundo espiritual
invisible a través del vínculo directo
que proporciona el poste central. Pero el annaka y el asa que le rodean también
reflejan la interdependencia de estas dos realidades, por lo cual son
indivisibles…[5]
En
la imagen de dos círculos conocéntricos, se refleja también el techo que a su
vez refleja al cielo. En este diseño, se describe a la tierra en dos círculos
con el mar en el centro, a semejanza de los espacios internos sagrados del
cielo y la casa, así mismo, la casa se representa como un refugio ante una
tierra profana y hostil.
La menstruación, el Arcoiris, el
Fuego y el Diluvio.
Wanadi, tuvo que hacer hombre de barro por una
trampa que le hizo Nuna (El hombre de la luna). Wanadi le comentó que subiría a
Kahuña a buscar huehanna para hacer hombres nuevos. Nuna se hizo pasar por él y buscó
huehanna para hacer hombres y comérselos, cuando Wanadi subió, las puertas de Kahuña
ya estaban cerradas y no le quisieron dar Huehanna porque ya le habían dado.
La
menstruación es el sangrado que las
mujeres tienen cuando el óvulo que fue expulsado del ovario para ser fecundado
no es fertilizado, la menstruación promedio tiene un ritmo de 28 días muy
parecido a las fases de la Luna (27,3
días), los Yekuanas explican este fenómeno a que Frímene (La hermana de Nuna,
una doncella que vivía con él) protegió en su vientre el huehanna que robó Nuna
a Wanadi. Nuna, al darse cuenta de aquello, esperó a que su hermana durmiera e
intentó sacar el huehanna, maltratándola con la mano y provocándole el
sangrado. Se dice que las manchas de la luna, fueron ocasionadas por Frímene,
cuando se llenó de aceite de caruto para descubrir quién en la oscuridad la
maltrataba. Al darse cuenta que era su hermano, huyó despavorida, al
encontrarse con el Orinoco, se sumergió en él decretando ser la “Dueña del
agua, Madre de los ríos” Marahuaca
estaba recién tumbado y así se apoderó ella de las aguas. Tomo forma de
serpiente, Wanadi quiso recuperar su huehanna y la persiguió junto con otros
hombres, esa fue la primera cacería. Intentaron matarla con flechas, ella salió
de las aguas cubierta de plumas de colores, mataron su cuerpo pero su espíritu
continúa vivo en el arcoíris. El huehanna salió de su vientre, cayó en el agua
y chocó contra una piedra, de allí nacieron todos los peces y animales
acuáticos, su cuerpo cayo en la tierra y los hombres comieron de su carne. Esa
fue la primera vez que el hombre comió carne.
Kawao,
la esposa del primer hombre que comió de esa carne (Manuwa), encontró dos
huevos que no cayeron al mar. Ella decidió empollarlos para que nacieran,
quería ser madre. Su marido la apoyó,
pero sólo porque quería comérselos. Kawao tenía en secreto el poder del fuego
en su garganta y por eso podía cocinar, preparar casabe, mañoco, y podía asar
carnes. Colocó los huevos en la casa y los
calentó con su fuego, al romperse
el cascaron, no nacieron peces, nacieron dos hombres que crecieron
inmediatamente. Tenían Poderes y se podían cambiar en peces, grillos,
lagartijas así como en otros anímales. Eran muy alegres y enérgicos, Kawao los
adoptó como sus hijos y les mintió diciéndoles que era su madre. Estos dos hombres se llamaban Iuereke y
Shikiémona, eran muy curiosos y aunque sus padres adoptivos les prohibieron
bañarse para que no hablaran con los otros peces, estos pudieron hablar en
sueños con Hui’io (Serpiente con plumas), su verdadera madre, quien les contó
la verdad y les advirtió que Manuwa y Kawao los querían cocinar y convertirlos
en comida. Ellos descubrieron el secreto del fuego en Kawao (quien adoptaba la
forma de rana) y cuando ella los quiso matar para cocinarlos, ellos lucharon
con ella para robarles el fuego. Según los Yekuana, como consecuencia de esa
lucha …las ranas de ahora, que son nietas
de Kawao, tienen espaldas arrugadas y bocas anchas. Tienen una bola en la
garganta: se hincha, se deshincha.[6]
El fuego lo escondieron en dos palos, la mitad del fuego lo escondieron en
Wishu y la otra mitad en Kumnuatte, cada vez que el pueblo quiere cocinar,
frota Wishu con Kumnuate, uno contra otro, y llamando, llamando, el fuego
brilla. Por eso ahora comen sabroso.
Iureke
y Shiekemona, reunieron luego a todos los hombres y decidieron castigarlos por
haber matado a su madre. Bajaron a la casa de Hui’io en los ríos y consiguieron
la totuma con aceite de caruto, subieron a lo alto de dos moriches y la
arrojaron a las aguas, Allí vino el Dama (mar), todo se cubrió de agua y todos
los hombres malos murieron. Sólo sobrevivieron algunos hombres buenos que se
ocultaron en las grietas de la tierra. Al secarse la tierra, los dos hermanos
bajaron de los dos moriches y vieron que murió mucha gente. Su meta era matar a
Wanadi, Mudo y Höhottu, pero no lograron nunca encontrar sus calaveras ni sus
huesos. En este ejercicio, sacaron todo el wiriki de la tierra, que sería
recogido luego por Maku y Fiaroa, dos hombres buenos que sobrevivieron a Dama.
Estos wiriki tienen la sabiduría de los Huai (Habitantes de Kahuña), por esta
razón, los dueños de la sabiduría son los Makuomo y los Piaroakomo. Quedó muy
poca gente sobre la tierra, los muchachos se dieron por vengados y volvieron al
cielo. Wanadi al ver poca gente, creó gente nueva, la gente de barro.
Las Cestas y las Estrellas.
En Watunna, Wanadi creó a Shi (Sol) y a Nuna
(Luna) después
de la oscuridad en Nono al Iaráku abrir la chákara. El origen de las estrellas,
por el contrario, no son creación de
Wanadi, y tienen una estrecha relación con la poesía y la magia del tejido de
las cestas. Todo ocurre por la sed de justicia del hijo y el padre de una mujer
que fue víctima del jaguar, el oso hormiguero, y otros hombres, algunos de ellos llamados
Shidishe (estrella) al ser descuartizada y comida por estos. Kuamachi se
llamaba el hijo de esta mujer, junto con su abuelo fueron vengándose de cada
hombre, uno por uno. Cuando llegó el turno de los Shidishe, Kuamachi planificó
una trampa para poder vengarse de ellos, eran un grupo muy numeroso. Les
ofreció compartir una cosecha de frutas
en un lugar apartado, los shidishe intentaron aprovecharse del muchacho y se
subieron a los arboles antes de tiempo mientras este buscaba a su abuelo,
Mahánoma. Al llegar el anciano, los shidishe ya estaban
comiendo de las frutas, el anciano decidió tejer mapires para la cosecha
mientras aquellos se burlaban de él y seguían comiendo. La comida era sólo una
trampa para matarlos, Kuamachi tomó una de las frutas y la tiró al suelo. La
selva nuevamente se llenó de agua, el anciano se montó en una curiara, lanzó
los mapires que había tejido. Estos se convirtieron en alimañas y toda la laguna se llenó de ellas, Caimanes,
caribes, babas, rayas. Kuamachi provocó humo y comenzó a tirarles flechas,
muchos cayeron al lago y murieron descuartizados. Uno de los shidishe se
convirtió en turpial y otro en rana saltadora. Wlaha, el Líder de los shidishe disparó
una flecha con un bejuco, se la dio a estos animales. Luego sus siete damodedes
dispararon también flechas y crearon una escalera al cielo. Estos hombres
fueron subiendo así al cielo de Nono (No a Kahuña) y se quedaron iluminando la
noche desde ahí. Kuamachi también subió, pidió al cangrejo y al caribe que
cortaran el bejuco para que nadie más pudiera subir. Los primeros en llegar al
cielo fueron El turpial anaranjado (Ahishama) y la rana saltadora (Kutto), al
llegar al cielo cambiaron y se iluminaron, ellos fueron las primeras estrellas.
La luz de Ahishama era naranja como su color de turpial, él es la estrella
Marte. Kuamachi llevó Akuaniye, la hierba de la paz. Se la ofreció a Wlaha como
tregua y así pudo entrar. Pero no pudo convivir con ellos, se alejó y ahora se
le conoce como véspero, la estrella que sale al atardecer y al anochecer se
oculta.
Es
importante resaltar el tejido de las cestas en este mito. Los Yekuana,
incorporan en sus tejidos, símbolos importantes que le permiten sobrevivir. Los
miembros más hábiles en la confección de
los objetos, son también los miembros más ritualmente reconocidos. A mayor
complicación en los tejidos, mayor complejidad del contenido esotérico
incorporado. Las cestas forman parte de
cualquier actividad a realizar por los Yekuanas, desde soplar el fuego hasta
cargar una presa. El problema de comprender la cestería es que no se pueden apreciar según los
estándares artísticos tradicionales de occidente. Las Propiedades afectivas de
la forma, color y tensión disminuyen en importancia cuando se explora la
resonancia implícita en cada aspecto de la obra. Las cestas Yekuanas están
cargadas de un profundo simbolismo, contenido en elementos narrativos, como
esta y otras historias o cantos, así como en los diseños gráficos tejidos en la
superficie de estas cestas, la tecnología que aplican en su confección y su
utilidad. Las cestas proporcionan otra expresión de la conceptualización del
universo de los Yekuana. Como tal, podría
decirse que el tema último de las cestas es la cultura en sí misma. Pues, al
igual que “todas las cosas hechas” (tidi’uma), están destinadas a ser retratos
de la sociedad.[7]
El Árbol de la Vida.
Son
muchas las mitologías en el mundo que nos hablan del Árbol de la vida. En
hebreo se utiliza el término Etz Chaim para hablar de este. En el
Libro del Génesis(3:22) se hace referencia a este de una manera distinta al árbol del conocimiento del bien y del
mal :
He aquí que el hombre ha venido a
ser como uno de nosotros, pues se ha vuelto juez de lo que es bueno y malo. No
vaya a alargar la mano y tome también del Árbol de la Vida. Pues al comer de
este árbol vivirá para siempre.
En los Vedas, los textos sagrados de la India, también se
hace mención a este árbol. En la mitología china, este árbol es representado en
una escultura de un Fénix y un Dragón. Así mismo, en las culturas mesoamericanas, es
representado en esculturas antropomorfas.
Los Yekuanas han habitado en la banda derecha del
Orinoco, una región de montañas y selvas vírgenes poco exploradas hasta la
fecha. Esta región es parte del Macizo Guayanés, una de las zonas más antiguas
de la tierra. Esta cobertura sufrió un levantamiento y plegamiento casi desde
el mismo momento de formación del planeta, lo cual ha originado unas mesetas
muy elevadas y de pendientes verticales, denominadas tepuyes, un término de
origen indígena (de la lengua pemón) que significa montaña. Para los Yekuana, estas
mesetas son testigos petrificados del primer árbol de la tierra y representan
el origen de todas las plantas cultivadas. No es casual que esta sea una de las
regiones con mayor biodiversidad del mundo. Y cuente con más de 2200 especies
de vertebrados, cubierta por la mayor
masa forestal tropical inalterada del mundo. ¿Se estarán refiriendo todas estas
culturas antiguas a este árbol?
Según el mito, la gente antigua era pobre, vivían en un
desierto sin agua ni alimento. El alimento lo proveía la dueña del Iamankave,
la dueña de la yuka, que vivía en lo alto del cielo y lo enviaba con uno de sus
damodedes. El agua también era provista por una hormiga que bajaba del cielo.
Luego Odosha trajo la maldad y las enfermedades, ni el hombre del casabe volvió
a bajar, ni la hormiga del agua. Un hombre, que conocía el camino de la
hormiga, subió a lo más alto del cielo y robó agua del lago de akuena, la llevó
a la tierra y se formó un gran charco que llaman agua vieja, cuando esto no
existía todavía ningún río. Esta agua estaba empozada, quedaba muy lejos de las
casas de los hombres y olía mal. Otro
hombre decidió ir a la tierra del
casabe, adaptó la forma de kuchi (Potos Flavus) y en sueños trepó al cielo y
encontró un inmenso árbol. Junto con una golondrina treparon y comieron hasta
que las avispas, guardianas del árbol, avisaron a Iamankave. Kuchi escondió en su uña
un pedacito de estaca del árbol, intentó correr pero no pudo escapar. La
dueña del casabe lo castigó quitándole la piel y colgándolo, su hermana
intercedió por él y lo perdonaron. Cuando bajó a la tierra, llevaba tras la uña
el pedacito de estaca que sembró y de él nació un árbol que luego se convirtió
en montaña, el dodoima. De este árbol emanaban todas las frutas y alimentos.
De otro pueblo lejano fueron buscando alimento, kuchi les
regaló una estaca y se fueron a sembrarlo en su tierra, pero no conseguían
terreno fértil, hasta que llegaron a truma chaka y allí la plantaron. En la
noche creció como un inmenso árbol, al día siguiente todos estaban contentos en
el pueblo porque ya tenían yuca. No sólo Yuca, habían de todo tipo de frutas y
alimentos, pero estaban tan altos que no podían alcanzarlos y cuando intentaban
hacerlo, las frutas aplastaban a los hombres matando a algunos. Se dice que la
lapa tiene la cara chata porque una de estas frutas se la aplastó. Wanadi
continuaba en la tierra y llegaron a él pidiendo ayuda. Wanadi hizo gente
nueva, hizo pájaros con alas para que volando recogieran las cosechas. El jefe
de los pájaros les enseñó a hacer conucos para que pudieran sembrar y cosechar.
Los Enseñó a hacer conucos. Ma’ro el jaguar y Wachedi la Danta no querían
obedecer a Semenia (El jefe de los pájaros). Semenia los mandó a buscar agua
con un cedazo al lago de agua vieja para entretenerlos allá y que no molestaran
al resto que estaba trabajando.
Pasaron días intentando cortar el árbol, primero lo
hacían todos juntos, luego comenzaron a hacerlo por guardias hasta que
finalmente terminaron de cortar el árbol, pero este no se cayó. Wanadi envió a
la ardilla para que subiera a averiguar qué estaba pasando y se dieron cuenta
que el árbol tenía las raíces en el cielo. Cuando cortaron estas racíces, el
árbol finalmente cayó, y con él, también vino la lluvia, los ríos y la
fertilidad de la tierra.
El tronco de Marahuaka se partió en tres
pedazos. Los llamados Marahuaka huha, Marahuaka huih, atta washiho. Se cambiaron
en piedras cuando cayeron. Ahora son montañas, tres pedazos de montaña la más
alta de la tierra. Ahí están, como recuerdos. Fue aquel día que llegó nuestra
comida.[8]
Los hombres descansaron
y las mujeres recogieron la cosecha. Hasta el día de hoy los Yekuanas mantienen
esa tradición. Los hombres tumban el conuco y las mujeres siembran, cosechan,
preparan. Celebraron junto a Semenia y Wanadi, esa fue la primera fiesta del
conuco. Estas fiestas continúan y es a través de los cantos y la oralidad que
se transmiten generación tras generación
todos estos conocimientos. Según el mito, los hombres pájaros decidieron
volar y quedarse con forma de pájaros. Cuando emergió Hui’io de las aguas
pidiendo su corona, ellos la decoraron con plumas de colores y de allí nació el
arcoíris.
El
Jaguar y la Danta miraron desde lejos con envidia, se vieron engañados tratando
de recoger agua con aquél cedazo que no cargaba nada, después de la lluvia la
tierra quedó distinta y no pudieron regresar junto a los hombres. Regresaron
nadando y en venganza Ma’ro le dijo a Wachedi que de ahora en adelante comerían
hombres. Por eso los jaguares son malos. Wachedi no escuchó bien, escuchó que
de ahora en adelante comerían hierbas y raíces, se cambió a danta y así comen
las dantas de hoy.
Se
dice que Wanadi decepcionado de tanta maldad subió nuevamente al cielo, a Kahuña. Engañó a Odo’sha haciéndose pasar por muerto y Odo’sha vuela por el
cielo de la tierra tratando de encontrarlo, pero no puede, porque no puede
entrar a Kahuña. Aquel Wanadi vino, nos
hizo, nos ayudó contra Odosha, dio las señales, luego se fue a causa de Odosha.
Así cuentan los Aichuriaha, los dueños de Watunna.
Imagen del Marahuaka:http://www.skyscraperlife.com/fotograf%ED-ciudades-y-regiones/42408-amazonas-llanos-y-delta-4.html
Imagen del Marahuaka:http://www.skyscraperlife.com/fotograf%ED-ciudades-y-regiones/42408-amazonas-llanos-y-delta-4.html
[1] GUSS,
David. Tejer y Cantar. Monte Ávila Editores Latinoamericana.
Caracas-Venezuela.1990.p 15.
[2]
HAWKING, Stephen. El Gran Diseño.
Editorial Crítica. Madrid.2010.
[3] DE
CIVRIEUX, Mark. Watunna, Mitología
Makiritare. Monte Ávila Editores Latinoamericana. Caracas-Venezuela.1970.p 41.
[4] DE
CIVRIEUX, Mark. 1970. p42.
[5]
GUSS, David. p 52
[6] DE
CIVRIEUX, Mark. Watunna, Un ciclo de
creación en el Orinoco. Monte Ávila Editores Latinoamericana.
Caracas-Venezuela.1992.p 90.
[7]
GUSS, David. p 118
[8] DE
CIVRIEUX,Mark.1992.p 186.
Watunna es el compendio mitológico de los so'to, gran tribu de la cual los Yekuana son un subgrupo muy importante, es en realidad un gran mito de creación como lo es el Popol Vuh de los maya-quiché. Lamentablemente en los estudios antropológicos y de arte en Venezuela no le han dado la gran importancia que posee. Es más la editora estatal MonteAvila solo editó 1.000 volúmenes en 1992, así que circula para estudiantes y estudiosos a través de fotocopias.
ResponderEliminarMil gracias por su comentario, lamentablemente es así. No obstante, la Sala Mendoza en estos momentos realiza una exposición de arte contemporáneo que toma como referencia al Watunna. Esperemos que se multipliquen este tipo de iniciativas, y gracias por su trabajo de investigación.
EliminarWatunna es el compendio mitológico de los so'to, gran tribu de la cual los Yekuana son un subgrupo muy importante, es en realidad un gran mito de creación como lo es el Popol Vuh de los maya-quiché. Lamentablemente en los estudios antropológicos y de arte en Venezuela no le han dado la gran importancia que posee. Es más la editora estatal MonteAvila solo editó 1.000 volúmenes en 1992, así que circula para estudiantes y estudiosos a través de fotocopias.
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